Telva Así son los dos españoles que se codean con los diseñadores de Dolce & Gabbana
BELLEZAEstefanía Quiroga y su marido Vicente Sierra son clientes y amigos de Domenico y Estefano y no se pierden sus desfiles y fiestas.Actualizado
No son celebrities ni influencers. Pero sí los únicos españoles en la corte vip de los Dolce & Gabbana; asisten a sus desfiles, fiestas ("las mejores del mundo", dicen), y han descubierto rincones de Italia con Domenico y Stefano como anfitriones. Estefanía Quiroga y su marido Vicente Sierra comparten con los diseñadores la alegría de vivir, y forman parte de esa #DGFamily. "Cuanto más Dolce tienes, más Dolce quieres", dice ella.
Un día, de repente, te encuentras en Italia, en un sitio precioso y te tienes que pellizcar...". Me dice Vicente Sierra, abogado y socio del despacho inglés Freshfields durante 20 años y cliente de Dolce & Gabbana desde hace tiempo. "Si los diseñadores te invitan a una fiesta, muchas veces las hacen en torno a una temática y montan un photocall interactivo como, por ejemplo, una pescadería". Y me enseña un vídeo de Instagram en el que se ve cómo sostiene una sardina por la cola vestido con una chaqueta azul eléctrico. ¿Cómo acaba un abogado de un despacho inglés ahí? le pregunto.
Su historia comienza así: Vicente "estaba cansado de entrar en tiendas de ropa de lujo y encontrarme de todo menos facilidades para comprar. Yo tengo una talla pequeña y acababa comprando en mis viajes de trabajo a Londres, Tokio... Hasta que un día aterricé en la tienda de Dolce & Gabbana en Madrid. Tenían mis tallas y, si quería algo que no estaba en ese momento, me lo traían en 48 horas", asegura. Con el tiempo se hizo amigo de los encargados y responsables de la marca en España. Entonces llegó Estefanía, estilista de moda freelance, a su vida, "que era más de marcas francesas". Y, como muchas parejas, mimetizaron sus gustos estilísticos. A ella le atrapó "la luz, la alegría y el mood de la marca italiana", nos confiesa.
El día que el brocado entró en mi armario
Flores, bordados barrocos... ¿Cómo es el momento en el que tu armario se inunda de esto? "Empiezas por un traje azul y acabas con un brocado", cuenta Vicente. "Es una transición lenta (se ríe): primero una camisa con una flor o un pajarito y, de ahí, llegas al bordado barroco. A mí su ropa me da alegría. Si te quieres gastar dinero hay mil sitios dónde ir. Pero lo que yo más aprecio es el trato que nos dan y la pasión que sienten por las cosas bonitas".
Domenico y Stefano están encima de todo. "Ellos saben perfectamente lo que tú compras, saben quién eres, quiénes son tus amigos, tus gustos...". Ni Bianca Balti, ni Mónica Belluci. Al que persigue Domenico después de un desfile con un camarero con una botella de Dom Pérignon es a Vicente Sierra. "A mí, que soy un don nadie", me dice muerto de risa. Un día le dijo que le encantaba el champán y... dicho y hecho. "En una ocasión vimos en una tienda un vestido largo blanco con pedrería y me lo probé", recuerda Estefanía. "Parecía un vestido de novia y le quedaba fenomenal, pero no lo compramos", añade Vicente. Justo un año después, decidieron casarse. Y ella lo tenía claro: quería hacerlo con ese vestido que se probó aquel día. Pero, ¿cómo encontrarlo? "Un mes después nos lo trajeron de Nueva York".
"Compramos una media de cinco o seis conjuntos por temporada"
Comprar una media de cinco o seis conjuntos por temporada (desde los pendientes hasta los zapatos) te da categoría VIP. De ahí a que te inviten a su barco Regina d'Italia (aunque Vicente y Estefanía me confiesan que no han llegado a ir) sólo es cuestión de tiempo, de que los hilos de la amistad se entretejan. "Un día te mandan una flor en San Valentín, en tu cumpleaños un tarjetón firmado por ellos, o te envían un regalo y te llega estés donde estés... Y, de repente, recibes una invitación para asistir al desfile de la colección de Prêt-à-porter de hombre en Milán. Y nosotros, que no hay que animarnos mucho, pues vamos", dice Vicente.
De visita en sus headquarters
Un día los diseñadores les abrieron las puertas de sus headquarters en el edificio Metropol en Milán. "Montaron allí mismo un desfile sólo para clientes", comenta Estefanía. "Nos llevaron a su despacho, donde pudimos descubrir lo devoto que es Stefano, que lo tiene lleno de vírgenes (va frecuentemente a los santuarios de Lourdes y Fátima), conocimos a sus artesanos dibujando, disfrutamos de su colección de cuadros...".
Han compartido con ellos muchas experiencias, y aseguran que "a Domenico y Stefano les gusta mucho hacer de anfitriones y enseñarte rincones de Italia. Hemos estado con ellos en el norte, en el sur...". Y sus fiestas, "las mejores del mundo, gracias a las cuales hemos conocido a gente estupenda", explica Vicente.
Me imagino un grupo de WhatsApp entre ellos. Pero no. "Nunca les escribimos a ellos directamente", matiza Vicente. "Siempre es a través de gente conocida o nos encontramos". Y me habla de lo que más le sorprende de los diseñadores: "Precisamente en este momento en que muchas marcas de moda están en manos de fondos de inversión, donde solo se analiza la rentabilidad, ellos tienen un enfoque más personal en el que supervisan todo y le dan la máxima importancia a la experiencia". Y resalta que esta visión nace de su concepto de familia, "muy tradicional. En sus desfiles tienes sentada en primera fila a su madre, con su collar de perlas, una amiga al lado y su bolsito".
Mi prenda más preciada
Pero volviendo a un vestidor donde más del ochenta por ciento de las piezas son made in Dolce & Gabbana, ¿cómo señalar la prenda más preciada? "Para mí, mi vestido de novia", responde Estefanía. "En mi caso esa chaqueta azul eléctrico que llevé el día de la fiesta Mambo Italiano en la que acabé en el puesto de pescado", señala Vicente. Y se ríen a carcajadas.
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